La política científica de nuestro país vuelve a suscitar la elaboración de manifiestos, anticipando la protesta por la previsible reducción del presupuesto de I+D. El departamento ministerial responsable propone compensar esta caída aumentando los retornos europeos y la pregunta es hasta qué punto eso puede ser realmente posible.
El llamado programa marco de investigación, que supone un 20-25% de la financiación competitiva, es la fuente principal. Un fondo al que cada país aporta en función de su renta y se distribuye de forma competitiva entre empresas e instituciones de investigación de todos los estados, tras evaluar la calidad de los proyectos presentados.
Nada apunta a que vayamos a mejorar nuestra financiación competitiva europea. Hasta 2010 España ha tenido un 20,7% de éxito en las propuestas presentadas, cifra algo inferior a la media que es del 21,1%.
Pero, lo importante es que la financiación global que obtenemos es claramente inferior a la que aportamos. En concreto retorna a España solo el 80% de lo que aportamos al programa europeo. Claramente por encima de su aportación, está el retorno de países como Gran Bretaña (140%), Austria (140%), Finlandia (170%), Suecia (140%) u Holanda (130%), entre los más avanzados en investigación y desarrollo. Somos por tanto contribuyentes netos a la investigación europea. Hace falta otra política distinta de la aplicada hasta ahora para corregir esta situación, algo que no parece estar en marcha.