Investigadores del ITCL diseñan simuladores que permiten estudiar las causas de los accidentes para entender los comportamientos
Fuente: Innovadores – Diario de Valladolid, 24 octubre 2017
Son algo más que velocidad. Los accidentes de tráfico son una lacra sin vacuna. Ni el endurecimiento de sanciones acaba con ellos. Menos, sí, pero aún siguen segando vidas en el asfalto. Evitar estos siniestros es, por tanto, una de las principales motivaciones. Bajo este enfoque, investigadores del Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL), junto con 16 entidades de 11 países distintos, trabajan en un proyecto que tiene como objetivo crear un conjunto de simuladores que permitan estudiar las causas que produjeron siniestros para entender comportamientos y motivaciones de los actores involucrados.
Para ello, tal y como explica Carlos Alberto Catalina, responsable del Área de Realidad Virtual y Aumentada del ITCL, será necesario integrar y desarrollar sistemas «de alta capacidad» con inteligencia artificial, realidad virtual y minería de datos, que permitan entender los comportamientos al volante para trasladarlos al simulador de modo que las interacciones de los usuarios con los mismos sean lo más realistas posible, apunta.
El proyecto, financiado con más de ocho millones de euros por la Comisión Europea dentro de la convocatoria Horizonte 2020, se desarrollará en tres fases. En las dos primeras se analizarán las diferencias existentes entre la conducción real y la conducción en simuladores para intentar disminuirlas «lo más posible». En la tercera fase se realizarán tests en varios países y en diferentes situaciones de riesgo, solamente en los simuladores, y se utilizarán las diferencias obtenidas en estudios anteriores para ajustar los resultados. La meta final, manifiesta, es poder utilizar esta información para ver cómo se puede mejorar la seguridad en las carreteras y los planes de formación existentes.
La primera etapa del test comenzará en diciembre. Ahora se encuentran en fase de reclutación de voluntarios. Estos tendrán que realizar un test de «conducción naturalista», que consiste en que el usuario conduzca su propio coche durante tres meses. «En este periodo capturaremos datos del tipo de conducción del usuario mediante un dispositivo no intrusivo que se coloca en su vehículo», detalla Catalina, antes de remarcar que se realizarán test en coches, motos, bicicletas y peatones. Una vez pasados esos tres meses los participantes realizarán los mismos tests del mismo tipo de conducción pero en simuladores. Éstas comenzarán en marzo en España y Italia. En España se desarrollarán en las instalaciones del ITCL, en Burgos, en las que habrá tres simuladores de coche, uno de moto, uno de bici y uno de peatón; en Italia solamente se utilizará un simulador de coche.
Al finalizar esta primera fase se procederá a comparar los datos en ambos entornos. En la segunda etapa de este proyecto se realizará un proceso similar pero con una conducción de «entorno controlado». En este caso los vehículos serán especiales, además, se colocarán sensores biométricos al usuario para analizar su estado físico y emocional y ver cómo estos afectan a la conducción. «Un conductor despierto y relajado conducirá de una forma diferente a un usuario con sueño, estresado, enfadado…», expone.
Todos estos datos deben incluirse en la simulación para crear unos simuladores y unos vehículos y peatones de inteligencia artificial lo más parecidos a la realidad. «En los accidentes de tráfico puede haber muchos actores involucrados –no ceder el paso, un peatón que cruza por donde no debe…–, el proyecto pretende analizarlos y ver cómo interactuan entre ellos. Cuanto más realista sea la simulación más valiosos serán los resultados».
La iniciativa se centra en dos rangos de edad: de entre 18-25 años y de entre 50-70 años por ser estos rangos en los que se produce una «alta accidentalidad» aunque por diferentes motivos, asegura el responsable del Área de Realidad Virtual y Aumentada del ITCL.
El proyecto cuenta con «muchos» puntos innovadores que no se habían abordado hasta ahora. El primero, destaca Carlos Alberto Catalina, el uso de cuatro tipos de simuladores distintos interactuando sobre el mismo entorno de modo que el usuario en coche podrá ver un peatón en un paso de cebra pero no sabrá si éste está controlado por la inteligencia artificial del simulador o si es un usuario real. A esto se une el uso de simuladores de conducción para la conducción naturalista simulada, así como la integración de los datos obtenidos por los sensores biométricos para mejorar los modelos de comportamiento.
Tiene una duración de 42 meses y en este tiempo se pretende llegar a un proyecto con la mayor calidad posible. A partir de este punto el Instituto Tecnológico de Castilla y León seguirá intentando mejorar y reforzar tanto el posible producto que salga del trabajo como la creación de nuevos simuladores o herramientas de realidad virtual y aumentar el nivel de los proyectos de investigación o de producto que pueda demandar el mercado.