Detectar los problemas a tiempo
Fuente: ICAL, 30 diciembre 2018
Actualmente el mundo se encuentra en un constante proceso de cambio y renovación, una transformación a la cual se ha tenido que acostumbrar la sociedad, con mayor o menor rapidez. Sin embargo no solo los individuos han tenido que adaptarse a estos cambios, sino también las empresas y los sistemas de producción, con el objetivo de dar respuesta a las demandas cada vez más exigentes de los consumidores.
Antiguamente las empresas fabricaban grandes lotes de productos y los cambios que realizaban en su producción eran relativamente largos, es decir, sacaban un producto, lo explotaban durante un período de dos o tres años, y posteriormente iban evolucionando hasta que este era sustituido por otro más novedoso. Hoy en día no ocurre de la misma manera, debido a que los constantes cambios convierten al consumidor en un público cada vez más exigente, y que demanda los productos con una mayor inmediatez.
«Nos encontramos en un mundo flexible donde los productos aparecen y desaparecen a corto plazo», afirma el investigador principal del Área de Electrónica Aplicada e Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL), Javier Sedano. Un ejemplo de ello son los teléfonos móviles, puesto que el más nuevo que ha salido al mercado puede estar desfasado a los pocos días de su lanzamiento.
El último teléfono móvil en salir al mercado puede estar desfasado a los pocos días de su lanzamiento.
Esta situación ha provocado en los consumidores una necesidad ‘latente’ de nuevos productos constantemente, situación que ha llevado a las propias empresas a cambiar su ritmo de producción, y a disponer de la denominada ‘fabricación flexible’. Tal y como explica Sedano, se utiliza este tipo de fabricación cuando «una máquina tiene que producir diferentes productos de una forma muy rápida».
Para poder llevar a cabo este tipo de fabricación, la empresa «necesita saber si su máquina es capaz o no de producir con unos índices de calidad suficientemente buenos», sostiene Sedano, lo cual no siempre ocurre. En este contexto aparece el Instituto Tecnológico de Castilla y León, y en concreto el Área de Electrónica Aplicada e Inteligencia Artificial, donde han desarrollado y definido «una serie de algoritmos que permiten detectar cuando la conducta de producción de la máquina es diferente a lo que debe ser habitual», desarrolla Javier Sedano.
El Área de Electrónica Aplicada del ITCL desarrolla algoritmos que permiten detectar patrones diferentes de comportamiento
Desde hace varios años, esta área del ITCL trabaja con lo que se denomina ‘modelos de agregación simbólica’, que «permiten detectar diferentes patrones que no están guardados dentro del diccionario de patrones de lo que se considera normal», indica el investigador principal. De esta manera, se encargan de detectar anomalías de producción», con el objetivo de localizar «posibles fallos de calidad antes de que se produzcan».
Asimismo, el responsable del Área de Electrónica Aplicada quiso remarcar que desde ITCL «saben que toda la máquina está funcionando bien, porque todas las consignas están dentro de sus parámetros». Pese a ello, «está produciendo de una forma que no es lo normal», por lo que «el control de calidad que está saliendo no es válido», expone. Por lo tanto, a través de este algoritmo, su equipo es capaz de «predecir que algo está pasando antes de que pase y determinar que la evolución, todos los signos o todas las señales que tenemos en el proceso son diferentes», añade.
Sedano argumenta que esta información les permitirá notificárselo al jefe de producción o responsable de calidad para que sepa que tiene que controlar aquello que está fabricando puesto que no funciona como siempre. De esta forma, el responsable «puede verificar en tiempo real si lo que está pasando es un problema con el sistema productivo o es otra forma más de esa evolución natural de las condiciones de fabricación»,asevera. El uso de estos algoritmos y la función que desempeñan resultan de gran importancia para las empresas, puesto que actualmente, una de sus preocupaciones principales es «garantizar que lo que hacen está bien», afirma Sedano, «ya no importa tanto fabricar sino garantizar que lo que están haciendo está bien».
Aquellas empresas que no utilizan estos métodos se arriesgan a que sus máquinas se rompan sin saber por qué ocurre, o en ocasiones salen al mercado productos con «índices de calidad muy al límite», remarca Sedano, por lo que tienen un problema, debido a que «fabrican y fabrican para nada». «Es una pérdida de competitividad en un mundo que cada vez lo es más», completa.
Desde el Instituto Tecnológico de Castilla y León informan de que están trabajando en diferentes sectores que van desde la industria hasta la salud, pasando por sectores como el alimentario, el metal o el químico, e incluso siendo aplicados estos algoritmos en procesos industriales complejo o empresas manufactureras. Asimismo, señalaron que estos servicios se están utilizando en empresas tanto de Burgos, como de Castilla y León, e incluso a nivel nacional