Fuente: El Correo de Burgos, 28 octubre 2017
En plena era de la transformación digital, nuestras empresas se enfrentan a la necesidad de innovar más y a mayor velocidad. La innovación en un sentido amplio: investigación, desarrollo tecnológico aplicado, innovación en modelos de gestión y comercialización, tiene que facilitar el crecimiento de las empresas y ayudarlas a mantenerse por delante de sus competidores. Una estrategia de innovación en la empresa debe ayudar a generar nuevos modelos de negocio, desarrollar nuevos productos, nuevos servicios y tecnologías para un mercado muy cambiante. No puede existir un modelo de innovación en la empresa que no ponga el foco en el aumento de la satisfacción de los clientes y partir de una alta participación de los trabajadores.
Por otra parte, una política de innovación supone retorno económico, creación de empleo y otros beneficios para la sociedad en materia de salud, medio ambiente, calidad de vida, etc… Nadie duda, en este momento, del efecto multiplicador que producen las inversiones en innovación sobre el PIB de un territorio.
Dicho esto, cabe plantearse si existe un acuerdo generalizado en nuestra región sobre los efectos positivos de la inversión pública y privada de empresas en innovación, por qué hemos perdido peso en los últimos años en el ranking nacional y por qué nos está costando tanto esfuerzo recuperar la posición perdida. Analizar las estrategias y errores del pasado debe servir para que estos no se repitan.
El análisis de los datos.
Un simple análisis de los datos de la estadística de I+D, resumen nacional del Instituto Nacional de Estadística (INE), pone de manifiesto que Castilla y León fue la Comunidad Autónoma que, en el periodo 2008-2014, presentó la mayor reducción total de gasto en I+D de España con un 28,8%, frente a una media entorno al 14% a nivel nacional; en el extremo contrario aparece el País Vasco con una reducción del 2,9%. Esta reducción significa una importante bajada de la inversión pública, tanto nacional como regional y que afecta a todas las CCAA. Esta reducción es mayor aún si sumamos el peso del sector privado, donde también, en el periodo 2008-2014, Castilla y León está a la cabeza de la reducción.
La experiencia de la pérdida de recursos reales disponibles destinados a innovación por administraciones públicas y empresas desde 2008 en nuestra región ha significado no solo una pérdida importante de talento con la salida de personas bien formadas, una pérdida de capacidad para generar conocimientos científicos, pérdida de oportunidades tecnológicas y reducción de capacidad para atraer inversiones de empresas tecnológicas de alto valor añadido. También ha supuesto perder credibilidad ante terceros sobre nuestra apuesta decidida por convertirnos en una sociedad y una economía basada en el conocimiento como se recoge en la estrategia Regional de Investigación e Innovación para una especialización Inteligente RIS3 de Castilla y León.
La apuesta tanto de las administraciones como de las empresas para mantener e incrementar los presupuestos para innovación debe ser una estrategia a largo plazo, es un esfuerzo que para dar resultados, debe mantenerse en el tiempo y no puede estar sujeta a los ciclos, estados o vaivenes de la economía.
Los datos históricos demuestran lo más evidente, la inversión en innovación, tanto del sector público como privado, aumenta en etapas de crecimiento económico y se reduce en etapas de recesión. Esta conducta que puede ser una reacción natural, choca frontalmente con el convencimiento general de que la inversión en innovación es la mejor preparación de una economía para superar una situación de crisis. Es una evidencia el hecho de que las economías que históricamente han invertido más en I+D superan mejor los ciclos de recesión económica.
En Castilla y León, además se dan una serie de realidades que hacen difícil aumentar la inversión en innovación por parte de las empresas y a las que debe darse una respuesta adecuada:
- Poca presencia de empresas intensivas en conocimiento, sectores de alta tecnología o sectores emergentes (TICs, biotecnología, nanotecnología, nuevos materiales, bioeconomía, medicina personalizada, biodiversidad, etc.),
- Cultura innovadora en las empresas
- Alto número de microempresas y pequeñas empresas en el tejido productivo
- Baja capacidad para atraer inversiones tecnológicas; cada vez tienen más peso en la decisión de inversión factores como la demanda de mercado: tamaño, potencial, infraestructuras productivas y logísticas, otros servicios y la oferta tecnológica: capacidad investigadora, infraestructura científica, personal investigador cualificado, calidad de la educación superior, etc.
El escenario de inversión en innovación al que debemos ir.
- Un mayor esfuerzo por parte de las empresas en la investigación. Al igual que en el resto de España, es necesario pasar desde el 46% actual de la inversión privada a aproximadamente un 66% (La UE recomienda que dos tercios de la inversión total en I+D deben ser privados). En 2014 las empresas españolas invirtieron el 0,57% del PIB en investigación, muy por debajo de la media de la UE-28 que alcanzó el 1,07%. Por lo tanto las empresas deberían invertir prácticamente el doble en I+D para alcanzar el valor medio europeo y si tomamos como referencia la media de los países integrados en la OCDE, el esfuerzo inversor prácticamente debería multiplicarse por tres.
- Esfuerzo inversor del sector público. Este puede y debe ser mayor recuperando como mínimo el nivel de esfuerzo anterior a la crisis, aunque en el esfuerzo del sector público, la diferencia con la media de la UE-28 es mucho menor que para el caso de las empresas.
Los instrumentos-medidas actuales.
De los análisis anteriores se pueden deducir diferentes medidas:
Debilidad | Medidas posibles |
Poca presencia de empresas intensivas en conocimiento, sectores de alta tecnología o sectores emergentes (TICs, biotecnología, nanotecnología, nuevos materiales, bioeconomía, medicina personalizada, biodiversidad, etc.). |
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Apoyo a actuaciones innovadoras en las empresas |
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Alto número de microempresas y pequeñas empresas en el tejido productivo | Fomentar procesos de fusiones, absorciones para conseguir mayor tamaño |
Baja capacidad para atraer inversiones tecnológicas | Apoyar la estrategia de captación en los puntos fuertes que presenta nuestro modelo:
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Conclusión
En resumen, hay que plantear una visión a largo plazo para implantar políticas de innovación (no sujetas a ciclos económicos), ayudas públicas e incentivos fiscales a empresas, desde el convencimiento de que obtener resultados pasa por una estrategia de esfuerzo sostenido en el tiempo tanto para los apoyos de las administraciones como para el esfuerzo de la empresas. Es necesario volver a recuperar en las empresas un clima de confianza en los modelos de apoyo públicos a la innovación, hacer que participen en iniciativas públicas regionales, nacionales o europeas de financiación innovación, hoy existen programas con financiación importante y el ritmo de presentación de proyectos está siendo muy bajo.
Algunas de estas medidas ya están siendo impulsadas desde el Instituto para la Competitividad Empresarial (ICE, anteriormente ADE), pedir en este sentido, mayor intensidad en los recursos dedicados, para recuperar, en la medida de lo posible, los años perdidos y para acelerar la adaptación de nuestro modelo productivo a la transformación digital