El Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL) participa en el proyecto internacional Simusafe con 15 empresas de 11 países con el objetivo de reducir la accidentabilidad
Fuente: El Correo de Burgos, 15/10/2017
Reducir la accidentabilidad y prevenir conductas de riesgo en la conducción es el principal objetivo del proyecto europeo Simusafe que lidera el Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL) y en el que participan 15 empresas de hasta once países. Para ello, el centro con sede en Burgos prepara el trabajo de campo que habrá de desempeñar en los próximos tres años con el ánimo de poner en contacto a todos los agentes implicados en el complicado mundo de la conducción: conductores, peatones y ciclistas, entre otros.
Carlos Catalina lidera una investigación que tiene como protagonistas a siete simuladores que se encargarán de medir durante meses todos y cada uno de los momentos clave en la conducción para poder establecer por qué se asumen riesgos innecesarios ante el volante y poder evaluar y medir los mismos, informa Ical.
El proyecto cuenta con más de ocho millones de euros de financiación comunitaria proveniente del programa Horizon 2020. Catalina explica en declaraciones a Ical los pormenores de un trabajo que ahora comienza y que se culminará en el horizonte 2020 y que tiene como principal novedad el uso de simuladores. «Normalmente lo que se hace es conducción con vehículos reales y estudiar el impacto de ciertos elementos y aquí presentamos el trabajo con simuladores».
De este modo, Simusafe trabajará con «usuarios reales» en sus propios vehículos y después examinará sus patrones de conducción en los simuladores que se ubicarán en el polígono de Villalonquéjar. «Buscamos comparar los datos del coche real y del simulador para poder examinar cómo es la conducción real y la conducción en simulador. El objetivo es que ésta sea lo más parecida posible».
Conducción natural
El proyecto comunitario tiene como cometido detectar qué cuestiones afectan a la conducción en base a dos criterios. El primero de ellos pasa por dejar al conductor actuar en su vehículo para comprobar cómo es lo que los expertos denominan ‘conducción naturalista’. «En este punto analizaremos los giros a la izquierda que sabemos que son peligrosos y las rotondas», aclara Catalina, que entiende que también se estudiarán otros momentos de la conducción como los pasos de peatones.
Examinar esa conducción del día a día resulta clave en el proyecto y para ello los responsables del ITCL solicitan la ayuda ciudadana tanto de conductores de coche, moto, ciclistas y peatones de dos franjas de edad: de entre 18 y 24 años y de entre 50 y 70 años para poder medir el modo de agresividad o de pasividad de una y otra franja de edad. «Haremos dos estudios porque son dos franjas de edad con un alto índice de siniestralidad. En el caso de los primeros por su escaso grado de conocimiento en la conducción y en los segundos por la merma de capacidades o despistes propios de su edad», añade.
Las primeras pruebas con usuarios arrancarán en marzo de 2018 con una duración de tres meses de medición de conducción normal o natural y otros tres meses para poder establecer posibles diferencias en los siete simuladores que ya se preparan en el interior del instituto tecnológico.
Simulación vs realidad
La realidad virtual se colará en el proyecto en el verano de 2018 para poder estudiar todos los factores que tienen relación con la conducción de una u otra manera. Si en la conducción natural no se pueden medir factores clave como la agresividad o el estado de ánimo, mediante la simulación se monitorizarán todos y cada uno de los movimientos de los conductores.
Los siete simuladores interactuarán al mismo tiempo en el mismo entorno en el que se mezclarán coches y peatones que parten de esa inteligencia artificial que genera un comportamiento idealista y algún otro coche conducido por personas reales. «Intentaremos ser lo más realistas posibles para poder estudiar todos los pasos desde que una persona sale de su garaje hasta que vuelve al mismo».
Asimismo, se examinará el estado de ánimo de los conductores con una serie de sensores a los que quedarán conectados durante el tiempo que duren las pruebas de simulación para poder conocer su estado de ánimo, cansancio, insomnio, pulso, etc. «Así podremos saber cómo el estar cansado o tener sueño, o el estar enfadado, influye en algo tan mecánico y peligroso como es conducir», concreta el responsable del proyecto.
Además del Instituto Tecnológico de Castilla y León, participan otras entidades internacionales como las empresas IBM, desde Israel, o Delphi, desde Alemania y las universidades de Oporto, Coventry e Iowa.